La huella de carbono de un correo electrónico



La huella de carbono de los correos electrónicos es un tema que ha cobrado especial relevancia en los últimos años. A pesar de que hay muchos detractores en la cuestión, que no creen en este impacto, hoy os contaremos cómo y porqué se genera esta huella.

Enviar un e-mail puede parecer un acto sutil y sin consecuencias, pero la realidad es que cada mensaje que enviamos tiene cierto impacto en el medioambiente.

Es cierto que no es, ni de lejos, el más contaminante que generamos en nuestro día a día, pero como siempre os decimos: cada pequeño granito cuenta.


El uso del correo electrónico, independientemente del servidor, es una de las formas más comunes de comunicación empresarial en el S.XXI. En nuestra industria, lo utilizamos en todos los ámbitos: para pedir presupuestos o financiación, para enviar el plan de rodaje al equipo, contratar proveedores, contactar con socios y colaboradores, solicitar permisos al Ayuntamiento o, incluso, para confirmar una reserva de hotel.

¿Cómo afecta al medioambiente el envío de e-mails?


Para resolver esta cuestión de una manera sencilla y nada técnica, conviene comprender que, cuando enviamos un correo electrónico, este viaja a través de una red de servidores y routers (en funcionamiento 24h los 365 días del año) que consumen energía y emiten gases de efecto invernadero. Y, como sabéis, la energía es una de las siete principales fuentes de emisión en las que trabajamos desde Creast.

Pero es que, además, cada correo electrónico que enviamos y recibimos tiene una cantidad determinada de datos adjuntos y metadatos que ocupan espacio en servidores y dispositivos, lo que también genera un consumo de energía.

Evidentemente, el impacto de un solo correo electrónico es mínimo y nada reseñable. Pero la problemática proviene del volumen de correos electrónicos que se envían a diario en todas las empresas del mundo. Según un estudio de la Royal Society, las tecnologías digitales contribuyen a la producción de entre el 1,4% y el 5,9% de las emisiones mundiales, mientras que el tráfico aéreo sólo genera un 2%. Impactante, ¿verdad?

La huella de carbono de un e-mail varía desde los 0,4g CO2 hasta los 50g si se adjuntan archivos muy grandes según anuncia la BBC.


¿Cómo reducir la huella de carbono de tu correo electrónico?


¿Es posible reducir esta huella? Sí, en cierta manera lo es.

Existen medidas que podemos llevar a cabo para reducir nuestra huella de carbono al enviar correos electrónicos. Teniendo en cuenta que cada persona individual produce casi 135kg de CO2 sólo con el uso de su e-mail, imagínate el total de emails que pueden llegar a enviarse para la producción de una película u organización de un evento. Es por esto que conviene tomar consciencia y aplicar estos consejos:

-Reducir el tamaño de los archivos adjuntos. Cuanto más grande es un correo electrónico, más energía se necesita para enviarlo y almacenarlo. Al reducir el tamaño de los archivos adjuntos y limitar el uso de gráficos, se puede reducir la cantidad de energía necesaria para enviar y almacenar dichos mensajes. La huella generada es distinta según el tamaño del mensaje.

-Eliminar correos electrónicos innecesarios. Muchas veces se cree que esto es un mito, pero no lo es. Eliminar correos electrónicos innecesarios y limpiar la bandeja de entrada regularmente, así como borrar el spam, reduce considerablemente el almacenamiento que se necesita y, por ende, la energía para conservarlos.

-Servicios de correo electrónico sostenibles. Algunos proveedores de correo electrónico han adoptado prácticas sostenibles, como la energía renovable y la compensación de emisiones de carbono, para reducir así la huella generada, por lo que es conveniente priorizarlos frente a otros.

-Fuentes de energía renovable. Al utilizar energía renovable para alimentar los servidores del correo, se puede reducir significativamente la huella generada.

-Eliminar cuentas. Todos tenemos algunas cuentas de e-mail que llevamos años sin abrir, de proyectos antiguos o personal que ya no está en la compañía. Elimínalas por completo.

-Configurar una fecha de caducidad. Sí, como lo oyes, tus mensajes también pueden caducar si así lo deseas. Hoy en día casi todos los servidores cuentan con esta innovadora opción, que nos permite señalar una fecha automática de expiración. Si tu película se estrena en 2023, ¿de verdad continúas necesitando ese mensaje en 2026? No.

-Relee tus mensajes. ¿Cuántas veces has enviado un e-mail a todo tu equipo y, al releerlo, te has dado cuenta de una errata?, ¡seguro que muchas! Asegúrate de leer y releer tu mensaje antes de darle a enviar a fin de prevenir el envío de un segundo.

La contaminación de los medios digitales


Evidentemente y si has llegado hasta aquí, ya lo supones, pero la fabricación de ordenadores, tabletas o móviles también contaminan.

Por lo que aceptar esa parte de responsabilidad con tus dispositivos electrónicos también es importante.

Tratar de alargar la vida útil de tus aparatos cargándolos de manera óptima, cuando lo necesiten y siempre hasta el 100%, protegerlos de temperaturas extremas o hacer uso de fundas o cristales templados provocará que tu dispositivo dure más.

Cada año salen cientos de modelos nuevos de ordenadores, generadores, móviles, focos de luz, tabletas o walkie talkie pero, aunque no lo creas: no los necesitas.

Posiblemente esa versión ultra mejorada de la anterior te hará “feliz” unos instantes y ya. Tu dispositivo va bien, dale la vida útil que se merece.

Además, en todo lo relacionado a la producción audiovisual, es altamente recomendable priorizar el alquiler o la compra de segunda mano de dispositivos electrónicos.


En resumen, aunque el correo electrónico es una forma más ecológica de comunicación en comparación con el correo postal tradicional, también tiene un impacto ambiental significativo y no podemos mirar hacia otro lado.

Por lo que te animamos a tomar medidas desde tu producción, a fin de reducir la huella de carbono del correo electrónico, promover un uso responsable de la tecnología y contribuir a la sostenibilidad del planeta.