El impacto ambiental del Fast Fashion



La “moda rápida” es una de las causantes del daño medioambiental más grande en el S.XXI.

El acto de vestirse está asociado al inicio de la humanidad, para otorgar protección y protegerse del frío, mediante pieles de animales y utilizando agujas fabricadas con restos óseos. Fue algo meramente transitorio, hasta que poco después se comenzó a utilizar para diferenciarse de otras comunidades.

Esta tendencia fue en crecimiento, y el concepto de que la moda tiene un gran componente social se hizo verdad; tratando de decorar sus cuellos con collares o añadir restos de telas sobreexpuestas para embellecer el traje.


El cambio fue paulatino. Y es increíble pensar cómo en los años 70 contábamos con un par de vaqueros, un abrigo, un par de zapatillas y alguna camiseta más un conjunto elegante para eventos sociales y ahora, 50 años después, aglomeramos un número desorbitado de prendas que, sin duda, ni siquiera caben en los armarios.

Hemos tenido una evolución demasiado rápida en los últimos años, en comparación de la lentitud previa. Y esto ha provocado una industria de la moda devoradora; que crea tendencias sin parar, fabrica en bucle en condiciones deplorables y repite.

Vamos a verlo más a fondo.

¿Cómo afecta la industria de la moda al medioambiente?


Son muchas la industrias que poseen un impacto medioambiental negativo, pero el Fast Fashion es la segunda más contaminante, por lo que deberíamos tomar conciencia de esto.


-El Fast Fashion consume cada año unos 90 billones de litros de agua, el equivalente al abastecimiento de 5 millones de personas. Además, para teñir 1kg de ropa se necesitan unos 20L de agua.

-La ropa fabricada a bajo costo, para tratar de ser más económica de cara al cliente, tiene una vida cortísima, lo que provoca que, en cada temporada, queramos renovar el armario y tiremos a la basura prendas nuevas. Según un estudio de la Fundación Ellen MacArthur, en el período 2002-2016 se ha reducido un 36% el número de veces que utilizamos nuestra ropa.

-No sólo termina en la basura la ropa que compramos y no utilizamos, sino que de los millones de toneladas fabricadas cada año, un 70% termina en vertederos o incinerada, lo que empeora la contaminación terrestre y atmosférica.

-Es responsable del 9% de las emisiones de carbono generadas a nivel mundial; superior a la provocada por vuelos internaciones.


¿En qué condiciones se desarrolla el Fast Fashion?


No sólo es el planeta quien sufre las consecuencias de la fabricación en bucle de tendencias rápidas de baja calidad. También hay un gran componente humano y social en esta lucha.

Para producir estas prendas de manera rápida y barata, se tiende a confiar en los países con peores condiciones laborales y menos derechos. Normalmente primando la explotación infantil. Un gran porcentaje se encuentra en Bangladesh, China, Camboya e India, donde una gran mayoría son mujeres, en ocasiones menores de edad, ganando menos de 2$ diarios. Escalofriante, ¿verdad?

Pero eso no acaba ahí, pues la falta de vacaciones o bajas por enfermedad son algo inherente a esas fábricas. Así como las jornadas de 12h diarias sin pausas durante los siete días de la semana para cumplir con los imposibles plazos previstos.

Las altas temperaturas de dichas fábricas y la inhalación de partículas de tejidos o arena en edificios inseguros, provocan que esté a la orden del día encontrar empleados con distintos problemas de salud como migrañas, visión borrosa o dolor óseo.

El documental Máquinas del cineasta Rahul Jain (2017) saca a la luz esta terrible realidad, mientras investigan una fábrica el Surat, al noroeste de India.


Buenas opciones para huir de la moda rápida


-Compra sostenible. Elegir qué consumes y en qué condiciones se ha creado eso que consumes lo cambia todo. Prefiere marcas con certificado de sostenibilidad y una composición respetuosa en sus materiales, como las fibras orgánicas o aquellas con bajo consumo de agua como el lino.

-Compra local. Prioriza las prendas de ropa que se hayan creado en tu país de residencia e intenta siempre que sea posible, acudir al comercio físico para evitar la huella generada en el transporte.

-No compres por comprar. Parece obvio, pero a veces nos puede el descuento, las rebajas, el 3x2 y todo lo que conlleva el consumismo disparatado. Compra cuando verdaderamente necesites.

-Reutiliza. Usa tu ropa, tan fácil como eso. Lo que se lleva hoy, posiblemente no se llevará dentro de un mes. Encuentra un estilo en el que te sientas a gusto independientemente de las tendencias y amortízalo. Crear un armario cápsula es una opción fabulosa.

-Segunda mano. Sí, esta es una opción increíble para dar una segunda vida útil a la ropa. Hoy en día, casi todas las ciudades cuentan con las famosas tiendas “vintage”, donde encontrar verdaderas joyas, fabricadas con gran calidad y a menor precio. También puedes vender allí la ropa que ya no utilices.



En definitiva, como hemos visto, el Fast Fashion perjudica enormemente el planeta; gastando recursos imposibles y creando una contaminación irremediable.

Así como los daños que sufren quieres lo confeccionan.

Recuerda que la manera en la que tú compras, quizás no cambie el mundo. Pero si juntamos esa fuerza, entre todos, podemos provocar un gran cambio.

Crea conciencia y difunde soluciones. Nosotros te ayudamos.