El conocido como Greenwashing es una respuesta coherente a la popularidad del cuidado ecológico. Una muestra de que vivimos en una era de “aparentar” más que de “hacer”.
Por eso, hoy queremos hablarte de todo lo que este concepto conlleva y cómo evitarlo.
Las prácticas ecológicas resultan intrínsecamente positivas para el medio ambiente. Eso es indiscutible. No obstante, algunas empresas no las aplican por ética, sino por marketing.
Esto es precisamente el Greenwashing: una estrategia comercial que no tiene más objetivo que llamar la atención de la audiencia.
¿No sabes todavía de qué te hablamos? Observa estas prácticas que te planteamos y mira a tu alrededor. Seguro que no tardarás en encontrar ejemplos de Greenwashing.
1. Identidad verde. ¿Cuántas empresas tiñen su logo de verde cuando hablan de sostenibilidad? Esto supone ir al subconsciente de la audiencia, pretendiendo mostrarse como respetuosos con el medio ambiente simplemente haciendo un cambio en la imagen de marca. No, esto no es aplicar medidas ecológicas.
2. Políticas ecológicas obligadas por ley. La legislación actual obliga a asumir ciertas normativas medioambientales. Presumir de su cumplimiento es como enorgullecerse de, por ejemplo, no robar. ¡No te dejes sorprender por algo que es común a todo el tejido corporativo!